Número equivocado

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Dormí con siete mujeres distintas en siete noches consecutivas.

Creo que trataba de liquidar mi soledad. De asfixiarla cortándole la garganta.
Le reventé dos botellas de agua de mar sobre el cráneo y la hice dormir durante siete días fuera de mi casa, para ver si agarraba una pulmonía y se moría.

Sobrevivió.

Entró, demacrada y pálida, la octava mañana, en el preciso momento en que me afeitaba frente al espejo. Mi soledad me sonrió sin rencor. 

Luego encendió la computadora y acarició el teclado con amor. Repasó, uno por uno, todos mis textos, notando que no había agregado una sola palabra. Revisó los libros. Besó el que monta guardia al lado de mi cama y comprobó -con gesto de tristeza- que no había leído absolutamente nada durante esos siete días.

Al volver, esa noche, encontré una nota suya pegada en el espejo:
"La próxima vez, inténtalo con una sola mujer".

chaveztoro

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