Vacaciones impalpables

Me gustaría tomarme unas vacaciones de mí mismo.
Un descanso de mis insignificantes pero ilimitados defectos.

Un alivio
de mis aromas matutinos,
de estos dolores enterrados al noroeste de mi cerebro,
de ese inexplicable efecto de desastre
que me causa una solitaria mosca volando frente a mis ojos.

Me gustaría, hasta por un solo día,
no sobresaltarme cuando suena el timbre de la puerta,
no sentir esta angustia, este desasosiego, este pánico,
del que sospecha que hay un mensajero
perdido en el tiempo
que por fin un día
ha de llegar a darle una mala noticia.


Si sólo pudiera tomarme un descanso de mis ojos...
Y, como la mayoría de los que caminan ensimismados por estas calles,
no ver con claridad de invidente
ese espectro azulado
que es el futuro y sus alocadas evoluciones.

Me gustaría ser tú por quince días.
Abandonar el peso de mis virtudes.
Deshacerme del bienestar de mis vicios.
Creer firmemente en algo.
Odiar ferozmente a alguien.
Amar, vomitar, maldecir, rezar.

Ser nuevamente una hoja de papel en blanco
en la que se puede escribir algo como:
"salvo la ternura todo es ilusión".

Realmente me gustaría tomarme unas vacaciones de mi mismo.
Ser, por una tarde, ese anciano relajado, que vende alfajores, sentando en el parque.
Y haber aceptado, por fin, que
esa canastita espolvoreada de azucar impalpable
y esa soledad definitiva
era todo lo que me esperaba al final del camino.





chaveztoro

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