Gotitas asesinas

 Es una solitaria mosca. Solo una.

Pero aparece cada día, desde que tengo memoria.
Se ubica en la mitad de mi habitación y empieza a dar vueltas.

En días de sosiego y paz, prefiero ignorarla.
Es decir, miro para otro lado y ya.

Pero hay días en que despierto violento. Sanguinario. Y la miro con severidad.
Supongo que son esos días en que me siento poderoso y feroz.
Días en que no tolero que una simple mosquita
venga a alterar el orden establecido.

La miro furioso y le digo:
¡Cada quien tiene una posición en este universo!
¿Por qué no puedes ser como todas las demás moscas, pacíficas y nobles, que se quedan en su lugar?

Me acerco y la espanto con la mano. Pero da vueltas a mi alrededor y de pronto aparece por detrás. 

Siento que me dice, mientras pasa:
¿sabes?, yo estaba aquí antes que tú. Y no me voy.

Agarro una bufanda e intento darle con ella. 
Pero se vuelve más ágil y entonces se detiene encima del objeto más inmaculado y valioso. Y empieza a mover sus patitas de una forma, que parece que estuviera llamando a sus demás amigas moscas.

Y ya no puedo más.
Agarro una botella de insecticida, apunto directo a donde se encuentra
y le lanzo un ejército de pequeñas gotitas asesinas.

Si esta mosca supiera escribir, seguro levantaría un cartel que diría:
"¡Carlos asesino! ¡Las moscas te repudian!".

Y luego de eso: muere...
siempre muere. 

Porque es lo que
inevitablemente pasa si te lanzan un ejército de gotitas asesinas.

Lo que nunca he logrado entender es cómo hace
para resucitar al día siguiente
y al día siguiente
y al día siguiente.

Después de muchos días
de luchar contra ella
he aceptado
que no existe una forma de derrotarla.

Que ella no cree en eso del orden establecido
ni en lo de aceptar, pacífica y callada, el lugar que le hemos asignado en el mundo. 

Que no importa
cuántas veces crea haberla vencido,
va a seguir regresando.

Y que
esa resurrección, interminable,
es la que atormenta desde hace muchos siglos
a todos los fugaces poderosos...

Y a sus ejércitos de gotitas asesinas.

chaveztoro