Oscuridad merecida


Una vez tuve una oficina en la que no se podía trabajar de noche.
Buuu...

No, no es que hubieran fantasmas. Lo que pasaba era que recién nos habíamos mudado a una casa nueva y la oficina que yo había elegido no tenía socket donde poner un foco.

El primer día que llegamos dí una orden:
- Pónganle luz a mi oficina.

Apesar de que cada dos o tres días yo volvía a ordenar lo mismo, mi oficina seguía a oscuras en las noches.
Decidí, pasada una semana, darle la orden directamente al técnico del equipo, una persona muy colaboradora y diligente, pero aún así, otra semana después, seguía habiendo un gran hueco negro en el techo en vez de un foco.

Esa noche me quedé un largo rato meditando en medio de la oscuridad.

Al día siguiente, muy temprano, llamé al técnico y le dije lo siguiente:

- Por favor, anda a la farretería y cómprame un socket y un foco ahorrador de 100 watts.
A los pocos minutos volvió con ambas cosas.
- Aquí tiene -me dijo, muy solícito.

- Gracias. Ahora, baja la llave general del segundo piso y súbeme un banco alto y un desentornillador.

Al rato subía a mi oficina cargando la banca.
Cuando le señale el socket me sonrió divertido entendiendo todo.

- Muy bien -le dije-. Ahora súbete a la banca y conecta esos cables al socket y entorníllalo en su sitio.
- Ya esta! -me dijo entusiasta, luego de unos pocos minutos.

Pedí que encendieran la llave general del segundo piso y le dije:
- Prende ese interruptor, por favor.

Y el foco se encendió. Los dos celebramos la hazaña.

Así fue como aprendí la diferencia entre dar órdenes y dirigir personas.

Para dar órdenes no se requiere mucho tiempo. Basta querer algo y decirlo.

Para dirigir personas en cambio es necesario un buen tiempo de reflexión y, si se puede, un poco de oscuridad, para concentrarse.

El que da una orden no conoce el proceso que la hará posible o impedirá que se cumpla. Por eso mismo no sabe por qué fracasa.
En cambio, el que dirige siempre sabe adónde quiere llegar y en que punto de su planeamiento se encuentra. Y, por eso, su posibilidad de fracaso es mínima.

En mi caso, por ejemplo, descubrí que no me ponían el foco porque siempre tenía la computadora encendida y entonces no encontraban cuando desconectarle la electricidad al segundo piso para hacer la instalación. Y que, además, había que asignarle un tiempo al técnico (que siempre andaba ocupado con cuarentamil cosas) para hacer el trabajo.

Cierto, es más fácil y rápido dar órdenes.
Pero es mejor dirigir a las personas y hacer equipo con ellas.


chaveztoro

Comentarios

  1. hay algunas ocasiones en las que se podria aplicar lo de la lectura, pero en otras no seria muy buena idea ya que las personas se pueden acostumbrar a que uno le indique paso por paso sus deberes, podria darse una vez y de ahi que quede como ejemplo.

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  2. Bueno mis comentarios son:
    Que en algunos casos se puede aplicar esta teoría, dependiendo a que persona se le va a dirigir y que tarea se le va a encomendar.
    Yo por ejemplo antes mandaba a archivar mis facturas y cuando quería buscar algo no lo encontraba en el lugar correcto.
    Ahora indico como archivarlas y donde y ya puedo encontrar mis documentos.
    Sin embargo, hay tareas, de suma responsabilidad como es el cálculo del IGV que considero que no las puedo delegar sin mi supervisión directa, salvo que la persona sea de mi entera confianza y no haya demostrado errores en la tarea.

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