Pequeña habitación

He pasado horas moviendo estos objetos.

Atrapado por la ilusión
de que soy una pequeña divinidad
que puede decidir la posición exacta de las cosas que giran a su alrededor.

He tratado de adaptar sus órbitas a los movimientos de mi cuerpo.

¿Adónde miraré cuando este agobiado?
Allí debe haber una planta que me anime y me de aliento.

¿Por dónde pasaré para abrir la puerta?
Allí debe haber un espejo que me advierta de mi gesto
y me ayude a dibujar una sonrisa.

Y se que no soy una divinidad ni siquiera microscópica.
Que la naturaleza puede abalanzarse sobre mi y destruirme en un instante.
Que el tiempo, con su simple canto, me reducirá a polvo, irremediablemente.

Que, aunque no lo parezca a simple vista,
este reluciente sillón
no es otra cosa
que el duro asiento frente al remo de un galeón perdido
en el que seré azotado
hasta que me convierta en energía pura
que logré llevarlo a su destino.

No soy tonto:
Se que esta es una celda.
Y se que soy un prisionero.
Pero
es porque la vida entera es una prisión.

Y sólo hay dos cosas que me consuelan de eso.

Una, es que me permiten decorarla.
Y la otra, es que desde una cubículo cómo este
alguien soñó con la muralla china y alguien escribió la receta del Pisco Sour,
otro encontró la oxitocina y otro más atisbó la partícula de Higgs.

Es cierto soy un prisionero.
Pero soy de esos prisioneros
que nunca se cansan de escribir planes para escapar.


chaveztoro

Comentarios

Seguidores