Un sicario microscópico

Hay una entidad microscópica que anda de cacería.
Y tengo miedo que me alcance.


Tres mil muertos en un país lejano, diez mil en uno más cercano, veinte mil aquí nomás en el mismo continente. Ochocientos aquí al costado...

Quizá no lo sabes, pero desde que comenzó la cuarentena, actualizo diariamente una página web que presenta estadísticas sobre el Coronavirus. (Click aquí). *

Cada día a la 1 de la tarde, me doy a la tarea, fútil supongo, de mantener los número exactos (manía de ex periodista).
Estadísticas

Mientras voy llenando recuadros, los números hacen una danza macabra frente a mis ojos. Infectados: tantos, fallecidos: tantos, recuperados: tantos.

Reviso el número de camas de cuidados intensivos, la cantidad de respiradores mecánicos y se me escarapela el cuerpo: 504 en un país de 30 millones de habitantes.


Los números me dicen que si el virus me alcanza tarde, es posible que no haya una cama para mi.

Que mis posibilidades de sobrevivir son 60% más altas si me enfermo ahora, que solo hay 600 hospitalizado y 124 personas en cuidados intensivos. Lleno más recuadros. Hago el cálculo de los que ayer estaban y hoy ya no. Escribo: "17 fallecidos en las últimas 24 horas".

Presiono un botón. Y reviso lo que aparece en línea. Un error. Los muertos en el Callao ya no son 10, son 16. "Un día de estos, podría estar incluído en uno de estos recuadros", pienso.

Mi mente se pasea por los rostros de todos los que quiero y deseo nunca tener que incluirlos aquí.

Tomo un respiro. Me levanto y me miro en el espejo. He dejado de afeitarme y de usar camisa. Paso el día en polo y buzo. Creo que es porque ya llevo más de 25 días absolutamente solo. No hay nadie que pueda verme. Sólo he salido tres veces a la calle. Y, en cada ocasión, he tenido la actitud sigilosa del que huye de algún sicario.

Tengo miedo de ser asesinado por un ser microscópico que ama las multitudes y prospera entre la gente apiñada y bulliciosa. Qué ironía, para un tipo solitario.

Le escribí a mi hermano: "No salgas. Que no te mate un virus tonto. Hay mejores formas de morir".
Pero, parece ser que uno no escoge cómo morir.

Un número en un recuadro. Eso es lo que soy y lo que seré finalmente. Es lo que somos todos.

Me estoy deprimiendo. Me doy cuenta.

Para levantar el ánimo reviso cuántos vinieron a visitarnos hoy (más estadísticas): 4,111 visitantes. No es para morirse pero no estuvo mal, digo en voz alta. Sonrío... No es para morirse? Deja la depresión! Pero mi mente, perversa, sigue haciendo cálculos: "Carlitos, hoy este bicho mató, en el mundo, a más personas que las que vinieron a visitar tu sitio web. Lo siento".

Me voy al espejo y me tomo una foto. Tengo que distraerme un poco. Quiero saber como se me ve con bigote y barba.

En ese momento, suena una alerta en mi celular: "Estados Unidos registró 1,973 muertos en un día". Dios, ¡hay un virus en una moto lineal disparándole a todo el que se le cruza!

Pero... tiene una debilidad. No es como yo. Él odia la soledad.

Así que métete a tu casa. Déjalo sólo en la calle. Mátalo de aburrimiento.

Porque no quiero tener que agregarte mañana
en mis recuadros.


chaveztoro

* Dejé de actualizar las estadísticas. Era demasiado desconsolador. Disculpen.


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