Paraísos microscópicos

Dedicado a Patichia 

Lo sé. Crees que estás, de pie, frente al espejo, en medio de un mundo que agoniza.

Pero quiero decirte que,
quizá para consolarnos,
una divinidad benévola escondió paraísos microscópicos dentro de las cosas que nos rodean.

Son tan reales como los infiernos microscópicos y sus criaturas asesinas. Y a veces más.

Pon tus manos bajo el caño
y siente el agua que cubre tus dedos, que llega a tus muñecas como si fuera un río, una cascada, una ola...
Siente la frescura que va subiendo por tus brazos, llega a tu nuca y empieza a ronronear en medio de tu cerebro.

Toma el jabón, aspira, siente su olor
y viaja hasta esa mañana feliz en la que le enseñaste
a una niña sonriente a lavarse las manos.

Mete el cepillo de dientes en tu boca y tómate un segundo para sentir el sabor de la pasta dental.
Por alguna razón, que no sé explicarte, todas las cosas que te rodean están hechas para darte un toque de bienestar.

Métete a la ducha, cierra los ojos y siente el mar.
Puedes traerlo a ti, por muy lejano que se encuentre.
Porque está dentro tuyo. Porque te pertenece y le perteneces.

Levanta tu taza, bebe un buen sorbo y trata de seguir el camino de la tibieza
que inunda tu interior. Hay allí un poco de felicidad a la que todos podemos aspirar y que todos merecemos.

Muerde el pan y hazte consciente de que, más tarde,
ese amasijo de migas podría convertirse en un pensamiento luminoso (como decía Yourcenar),
quizás en valentía.

Mira por tu ventana al atardecer. Verás todos los colores que vienen a consolarte.
Trata de percibir cada dorado, cada rosa, cada purpura...
El cielo creó un espectáculo para ti, que cada día es diferente pero que cada día es igual de conmovedor.

No olvides que los que logran percibir la belleza a su alrededor
nunca estarán solos.

Sólo cierra los ojos y observa.
Sólo cierra los ojos y obsérvate.


cháveztoro

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